Nadie es tan especial: los verdaderos ganadores sólo acumulan pequeñas diferencias. 

diferencia

En el año 2013, un equipo completo de científicos descubrió un fenómeno interesante en la selva amazónica: aunque sus más de 8 millones de KM2 alojan unas 16.000 especies de árboles, el 50% de la superficie está ocupada por sólo el 1.4% de ellas.

Es decir, el 1.4% de las especies dominan el 50% del Amazonas: de 16.000 totales, unas 227 han acaparado la mitad del bosque más grande del planeta tierra. 

Localización de los terrenos donde se recogieron las muestras. Hans ter Steege et al (2013)

Pero esta hiper dominación de los recursos no existe sólo en la Amazonia: el mundo del deporte, de los negocios, las editoriales, o los éxitos de taquilla del cine lo ven a diario. Por ejemplo, en 2019, se estrenaron 792 películas en EE.UU. con una recaudación total de poco más de $11.300 millones de dólares. Y tan solo ocho películas, el 1% del total, recaudaron… el 37% de ese monto!

Lo sorprendente, es que tan solo una diferencia muy pequeña con respecto al resto es suficiente para acaparar los resultados.

¿Cómo es posible? Volvamos al caso de la selva.

Supongamos que dos ejemplares de especies distintas empiezan a crecer, uno al lado del otro. Sus condiciones naturales son iguales, pero cuando tienen cerca de un metro de alto, una de ellas logra crecer un centímetro más que la otra. Sólo uno. Pero al día siguiente, esa planta tiene un poco más de acceso a la luz del sol. Y al día siguiente, con más altura y más energía solar, sus raíces empiezan a engrosarse. 

El leve engrosamiento de raíces le permite capturar más agua y que la especie de un centímetro más acelere su ritmo de crecimiento. Ahora saca una diferencia mayor de un centímetro a la planta que antes estaba a su altura, y el margen de diferencia comienza a crecer hasta que es considerablemente más alta que la otra. Al reproducirse, sus semillas llegan mucho más lejos, sin mencionar que, por su tamaño, produjo muchas más que la especie más baja. 

En unos años, domina ese sector del bosque. Y en una década, se ha convertido en una de las especies predominantes del Amazonas. 

Esta teoría se conoce como el Principio de las Ventajas Acumulativas, y nos explica que una vez que un agente gana una diferencia con respecto al resto, esas ventajas se van acumulando y potenciando hasta convertirse en una ganancia considerable. No importa si se trata de las olimpíadas, los negocios digitales o el Amazonas.

James Clear, autor del bestseller del New York Times Atomic Habits y speaker referente en estudios de comportamiento, utiliza este concepto para explicarnos que, con hacer una diferencia del 1%, es posible acceder a la mayoría de los resultados que deseamos. Cuando Michael Phelps ganó los 200 metros de estilo libre en las Olimpíadas de 2004 de EE.UU., lo hizo con una ventaja de seis décimas de segundo por encima de Klete Keller, quien obtuvo el segundo lugar. Aunque la ventaja fue ínfima, (un 0,5%), esa victoria le permitió a Phelps escalar hasta ser el mayor medallista olímpico de la historia.

Michael Phelps, right, hugs training partner Peter Vanderkaay after Phelps finished first in the 400 meter freestyle April 1, 2005 at the IUPUI Natatorium during the world championship trials.

Las ventajas acumulativas aplican a todas las situaciones: no necesitamos dar un cambio rotundo, no necesitamos portar un talento descomunal, no necesitamos sacrificar el 100% de nuestro tiempo libre. Sólo necesitamos hacer una diferencia ínfima con respecto al resto, (o a nosotros mismos), y sostenerla.

Parece lógico, ¿pero cómo logramos una diferencia del 1%?

La respuesta es, con hábitos. Con esas acciones repetidas que hacemos todos los días y que ya se han vuelto decisiones automáticas, pero que sin dudas definen todos nuestros resultados.

Lo que haces repetidamente termina por formar la persona que eres, las cosas en las que crees y la personalidad con la que te impones.” James Clear

Si establecemos un aspecto en el que queremos diferenciarnos del resto, (como empresa, como profesionales, como atletas, como autores), y luego los indicadores que nos diferenciarán, sólo nos queda traducirlo en acciones concretas que nos lleven a alcanzar esos indicadores.

Y entonces las llevamos a cabo. Repetidamente, día tras día.

¿Por qué las compañías y las personas exitosas mantienen estándares tan altos y rutinas tan exactas? Porque saben que la disciplina es más importante que el talento. La clave no es hacerlo mejor una vez, sino consistentemente. Hábitos. Repetidos. A lo largo del tiempo.

El único secreto: la repetición.

Esto destierra algunas creencias sobre el éxito: no necesitamos de márgenes iniciales amplios para hacer una diferencia, ni de cambios radicales para alcanzar nuestras metas. Lo único que necesitamos es la consistencia para hacer la acción que nos traiga ese diferencial, repetidamente y sostenida a lo largo del tiempo. Así veremos cómo esas pequeñas ventajas se acumulan y desencadenan una serie de consecuencias que, -siempre que mantengamos el margen inicial con respecto al resto-, nos darán ventajas irreconciliables. 

Luego de la victoria inicial en 2004, Phelps se las arregló para mantener su diferencial y calificar en seis eventos individuales más. Desde allí sostuvo su margen hasta el World Aquatic Championship de 2005, lo que lo llevó a obtener cinco medallas de oro y una de plata.

Cada victoria no sólo potenció imagen y su ventaja sobre el resto, sino que lo condujo a la siguiente.

No se trata de agarrar la ola, se trata de generar reacciones en cadena

Y como si eso no fuera razón suficiente para enfocarnos diariamente en un hábito, el autor del libro nos revela un descubrimiento más sobre nuestro propio comportamiento:

Las acciones diarias que hacen a nuestros patrones de conducta están relacionadas entre sí. Si cambiamos sólo una, se generan cambios automáticos en otras áreas, que nos invitan a continuar mejorando. Como cuando sólo te propones hacer ejercicio pero, como consecuencia del desgaste, terminas dándole a tu cuerpo combustible de buena calidad. Sin que esto haya sido una meta por sí misma. A la vez, al comprometerte con un sólo hábito, empiezas a hacerte una nueva idea de a dónde estarás si concretas esa acción. Y empiezas a visualizarte de una nueva manera, por lo que sin proponértelo, ya estás realizando otras acciones alineadas a esa nueva imagen que tienes. 

Es decir, que así como las ventajas se acumulan y desencadenan resultados, los hábitos desencadenan patrones de conducta. Que podemos usar a favor de esa diferencia inicial que queremos generar con respecto al resto.

“El margen entre lo bueno y lo excelente es mucho más pequeño de lo que creemos.”

Si mientras leías esto pensaste en un sólo hábito que podría desencadenar resultados, sólo te queda algo por hacer: repetirlo.

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